1.1.1-Trastornos de la
nutrición y de la conducta alimenticia.
Los trastornos de la alimentación son afecciones graves que se
relacionan con las conductas alimentarias que afectan negativamente la salud,
las emociones y la capacidad de desempeñarte en áreas importantes de la vida.
Los trastornos de la alimentación más frecuentes son la anorexia nerviosa, la
bulimia nerviosa, y el trastorno alimentario compulsivo.
La mayoría de los trastornos de la alimentación se caracterizan
por fijar excesivamente la atención en el peso, la figura corporal y la comida,
lo que causa conductas alimentarias peligrosas. Estas conductas pueden tener
una repercusión considerable en la capacidad del cuerpo para obtener la
nutrición adecuada. Los trastornos de la alimentación pueden causar daños en el
corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes y la boca, y derivar en
otras enfermedades.
Con frecuencia, estos trastornos se manifiestan en la
adolescencia y los primeros años de la adultez, aunque pueden aparecer a otras
edades. Con tratamiento, puedes volver a tener hábitos alimentarios más
saludables y, a veces, revertir las complicaciones graves causadas por el
trastorno de la alimentación.
1.1.1.1.-Etiologia de la
nutrición.
El concepto etiología
La etiología es la rama de la ciencia que se encarga del estudio
y análisis de la causa o génesis de las cosas, fenómenos o situaciones.
Es importante tener en cuenta y remarcar que se trata de un
estudio de carácter científico, analizando y explorando las variables que
pueden generar los fenómenos analizados.
La nutrición es el proceso de consumo, absorción y utilización
de los nutrientes necesarios para el crecimiento y el desarrollo del organismo
y para el mantenimiento de la vida.
Una alimentación adecuada y apropiada solo se consigue
consumiendo una dieta equilibrada, formada por una diversidad de nutrientes,
que son las sustancias contenidas en los alimentos que nutren el organismo. Una
dieta saludable permite mantener un peso corporal apropiado y equilibrado en su
composición (el porcentaje de grasa y músculo del organismo), garantizar la
capacidad para llevar a cabo las actividades físicas y mentales cotidianas y
minimizar el riesgo de enfermedad y discapacidad.
Las Directrices Alimentarias para los Estadounidenses 2020-2025,
9ª edición del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus
siglas en inglés) (Dietary Guidelines for Americans 2020-2025, 9th edition)
establecen que: "un patrón alimentario saludable consiste en alimentos y
bebidas ricos en nutrientes de todos los grupos de alimentos, en las cantidades
recomendadas y dentro de los límites de calorías". De acuerdo con estas
pautas, los elementos centrales que conforman un patrón alimentario saludable incluyen:
Verduras de todo tipo y color (incluyendo frijoles y legumbres,
como guisantes y lentejas)
Frutas, especialmente frutas enteras
Cereales, al menos la mitad de los cuales son integrales
Productos lácteos, incluyendo leche, yogur y queso sin grasa o
con poca grasa y/o versiones sin lactosa y bebidas de soja enriquecidas y yogur
como alternativas
Alimentos proteicos, como carnes magras, aves de corral y
huevos; mariscos; frijoles, guisantes y lentejas; y frutos secos, semillas y
productos de soja
Aceites, incluidos los aceites vegetales y los aceites de los
alimentos, como el marisco y los frutos secos
Si el consumo de alimentos es excesivo, se es más propenso a la
obesidad. Asimismo, si se ingieren grandes cantidades de ciertos nutrientes,
por lo general vitaminas o minerales, los efectos pueden ser nocivos
(toxicidad). Si la persona afectada no consume suficientes nutrientes puede
aparecer desnutrición, dando lugar a un trastorno por carencia nutricional.
1.1.2.-Valoracion
del estado de desnutrición.
Evaluación del estado nutricional
Para determinar si se están consumiendo una cantidad adecuada de
nutrientes, los médicos preguntan acerca de los hábitos alimenticios y la dieta
que se sigue, y además hacen un examen físico para evaluar la composición y el
funcionamiento del organismo.
Se comprueba la estatura y el peso de la persona, y se calcula
su índice de masa corporal (IMC). El IMC se obtiene dividiendo el peso
(expresado en kilogramos) por el cuadrado de la altura (en metros). Por lo
general, un IMC comprendido entre 18,5 y 24,9 se considera normal o saludable
para ambos sexos. En Estados Unidos y otros países desarrollados, muchas
personas tienen un IMC superior a 24. Mantener un peso adecuado es importante
para la salud física y psicológica. Puede usarse como referencia una tabla con
valores estandarizados de talla y peso, si bien el IMC es más fiable.
El índice de masa corporal (IMC), sin embargo, no tiene en
cuenta las diferencias en cuanto a la composición corporal. En lugar de dicho
índice se puede medir la circunferencia de la cintura: la grasa en la sección
media es a veces una medida más precisa del exceso de peso o de la grasa nociva
que se deposita en los órganos internos y que tiende a predecir el riesgo de
enfermedades cardíacas y trastornos metabólicos.
Las concentraciones de muchos nutrientes se pueden medir en la
sangre, dentro de algunas células, y, a veces, en los tejidos. Por ejemplo, la
concentración de albúmina, la proteína principal en la sangre, permite
determinar si una persona tiene carencia proteínica. Los niveles de ciertos
nutrientes disminuyen cuando la nutrición no es adecuada. Sin embargo, estas
medidas pueden indicar de forma fiable el estado nutricional en función de lo
que refleje la medición (por ejemplo, dentro de las células o en la sangre), ya
que las concentraciones celulares de nutrientes pueden reflejar más los
nutrientes disponibles en comparación con la cantidad que se transporta en la
sangre.
1.1.2.1.-Clasificacion
de la desnutrición.
Malnutrición: generalidades
El término "malnutrición" significa alteración en las
etapas de la nutrición, tanto por defecto/déficit que conlleva a la
desnutrición; como por exceso o hipernutrición que trae consigo la obesidad. Es
el resultado de un desequilibrio entre las necesidades corporales y la ingesta
de nutrientes1, 8. En la práctica clínica, este término también se utiliza para
referirse a las situaciones de desnutrición que incluyen un amplio espectro de
formas clínicas que vienen condicionadas por la intensidad y duración del
déficit, la edad del sujeto y la causa que lo condiciona. Sin embargo, en la
actualidad cuando se habla de malnutrición se expresa como malnutrición por
déficit a la desnutrición y a la obesidad como malnutrición por exceso1, 8.
Según la OMS, "la malnutrición es una emaciación o
adelgazamiento morboso y/o un edema nutricional incluye también las carencias
de micronutrientes y el retraso del crecimiento". Esta condición clínica a
nivel internacional está incluida dentro de la clasificación de enfermedades
denominada CIE-9-MC donde las deficiencias nutritivas comprenden los códigos
del 260-269, la cual fue creada para facilitar la codificación de
morbimortalidad en los hospitales3.
Métodos de evaluación del estado nutricional
El estado nutricional es el reflejo del estado de salud. Aun
cuando no existe el estándar de oro en este sentido, las más utilizadas son la
evaluación global objetiva (VGO) 12 y la valoración global subjetiva (VGS) 11.
1. Evaluación Objetiva12: indicada en pacientes desnutridos/en
riesgo de desnutrición y cuando sea necesario para hacer indicaciones
nutricionales precisas con el objeto de corregir alteraciones originadas por la
malnutrición. Se lleva a cabo mediante la aplicación de indicadores de manejo simple
y práctico, i.e. clínicos, antropométricos, dietéticos, socioeconómicos.
2. Evaluación Global Subjetiva11: integra al diagnóstico de la
enfermedad que motiva la hospitalización, parámetros clínicos obtenidos de
cambios en el peso corporal, ingesta alimentaria, síntomas gastrointestinales,
y capacidad funcional. El valor de este método de evaluación es identificar
pacientes con riesgo y signos de desnutrición; se le han realizado
modificaciones de acuerdo con las entidades clínicas adaptándolas a pacientes
oncológicos y renales13. La Evaluación global subjetiva presenta una
sensibilidad del 96-98% y una especificidad del 82-83%. No es útil en pacientes
con malnutrición por exceso.
Clasificaciones clásicas cualitativas de la desnutrición
1. Marasmo o Desnutrición calórica: desnutrición crónica por
déficit/pérdida prolongada de energía y nutrientes. Existe importante
disminución de peso por pérdida de tejido adiposo, en menor cuantía de masa
muscular y sin alteración significativa de las proteínas viscerales, ni edemas.
2. Kwashiorkor o Desnutrición proteica: por disminución del
aporte proteico o aumento de los requerimientos en infecciones graves,
politraumatismos y cirugía mayor. El panículo adiposo está preservado, siendo
la pérdida fundamentalmente proteica, principalmente visceral.
3. Desnutrición mixta: o proteico-calórica grave o
Kwashiorkor-marasmático. Disminuye la masa muscular, tejido adiposo y proteínas
viscerales. Aparece en pacientes con desnutrición crónica previa tipo marasmo
(generalmente por enfermedad crónica) que presentan algún tipo de proceso agudo
productor de estrés (cirugía, infecciones).
4. Estados carenciales: deficiencia aislada de algún nutriente
(oligoelementos o vitaminas), por disminución de ingesta o pérdida aumentada.
Generalmente se asocia alguno de los tipos anteriores.
5. Desnutrición oculta: a pesar de acceso a una alimentación
saludable, existe una dieta inadecuada, principalmente dada por un bajo consumo
de vegetales y frutas. En los niños la falta de nutrientes surge cuando los
alimentos ingeridos son hipercalóricos, pero son deficientes en otros
nutrientes fundamentales para el crecimiento, como el hierro, el calcio, el
fósforo o las vitaminas A y C. La predisposición a padecer desnutrición oculta
también se ha observado en las mujeres embarazadas y en los adultos mayores. Se
ha considerado como la desnutrición oculta de América latina a la deficiencia
de hierro14.
1.1.2.2.-Deficiencias de los nutrientes de apoyo.
Indicadores clínicos de la desnutrición
La valoración nutricional por signos físicos se basa en la
exploración u observación de cambios clínicos relacionados con ingesta
dietética inadecuada, escasa o excesiva, mantenida en el tiempo y que pueden
detectarse en tejidos epiteliales superficiales, especialmente en piel, pelo y
uñas; en la boca, en la mucosa, lengua y dientes o en órganos y sistemas
fácilmente asequibles a la exploración física, todos son el reflejo de varias
deficiencias nutricionales. No es frecuente que un único nutriente origine
signos específicos.
Signos clínicos
• Enflaquecimiento del tórax, segmentos proximales de los
miembros y edemas de los segmentos distales.
• Piel: áspera, seca, fría, sin brillo, descamación, lesiones
pelagrosas, eritema, despigmentación con hiperpigmentación de los bordes.
Queratosis folicular.
• Cabellos finos, secos, quebradizos, alopecia.
• Uñas: finas, quebradizas, sin brillo, crecen poco.
• Mucosas: lengua con glositis de color rojo vivo por carencia
de ácido nicotínico o de color violeta por déficit de riboflavina.
• Ojos: alteración de la conjuntiva, córnea: manchas,
queratomalacia, úlceras, xeroftalmia: deficiencia de complejo B y vitamina A y
C.
• Compromiso del sistema circulatorio, presentan hipotensión y
disminución de la frecuencia cardíaca.
• Termolabilidad en el paciente desnutrido se representa por
escasez del panículo adiposo y aumento relativo de la superficie corporal con
mayor pérdida de calor y con menor termogénesis por trastorno del metabolismo.
• Enflaquecimiento: hay emaciación que se observa principalmente
en las mejillas, la pared abdominal y la cintura escapular y pelviana.
• La pérdida de grasa provoca ojos hundidos, mejillas deprimidas
(facies de viejo o de Voltaire).
• A nivel de prominencias óseas, la piel aparece delgada y
brillante y hasta con ulceraciones que se infectan y son difíciles de mejorar.
• Masa y tono muscular reducidos.
• Compromiso del estado psíquico: por lo general es irritable e
intranquilo, o apático y somnoliento.
• Pulso difícil de detectar (escasa tensión irregularidad).
• Infecciones frecuentes.
A continuación te presentamos una guía para que puedas tener una
idea de los problemas que implica la carencia de los nutrientes más comunes.
Con estos datos podrás valorar lo importante que son estos nutrientes en
nuestra alimentación diaria para evitar muchos problemas de salud en un futuro
y poder vivir una vida saludable
Vitamina D
Los Signos que indican que podría tener una deficiencia de
vitamina D son: tener más de 50 años, piel oscura, obesidad, dolor de huesos,
estar triste, sudoración de la cabeza y una mala función inmunológica.
Grasas Omega 3
La mayoría de las personas consumen muy pocos nutrientes con grasas
omega 3 antiinflamatorias, lo que prepara el terreno para una variedad de
problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares, cáncer, depresión,
Alzheimer, artritis reumatoide y diabetes.
Vitamina B12
La vitamina B12
(cobalamina) es conocida como la vitamina de la energía. Su cuerpo la necesita
para una variedad de funciones vitales, como la producción de energía, la
formación de la sangre, la síntesis del ADN y la formación de mielan.
Magnesio
El Magnesio desempeña un papel para prevenir los dolores de
cabeza, enfermedades cardiovasculares (como la presión arterial alta, ataques
cardíacos y derrames cerebrales), muerte cardíaca repentina e incluso reduce la
posibilidad de muerte por todas las causas.
Vitamina E
La Vitamina E es importante para la salud del cerebro, pero
también apoya los niveles normales de colesterol y protege contra el daño de
los radicales libres y los efectos normales del envejecimiento.
1.1.3.-Trastornos de la conducta alimenticia.
Síntomas
Los síntomas varían en función del tipo de trastorno de la
alimentación. La anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno
alimentario compulsivo son los trastornos de la alimentación más frecuentes.
Otros trastornos de la alimentación comprenden el trastorno de rumiación y el
trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos.
Trastorno alimentario compulsivo
Cuando tienes el trastorno alimentario compulsivo, habitualmente
comes en exceso (atracón) y tienes la sensación de pérdida de control sobre lo
que comes. Puedes comer con rapidez o consumir más alimentos de los que tienes
pensado, incluso cuando no tienes apetito, y seguir comiendo mucho tiempo después
de sentirte demasiado lleno.
Después de un atracón, puedes sentir culpa, enojo o vergüenza
por la conducta y por la cantidad de alimentos consumidos. Sin embargo, no
intentas compensar esta conducta con el ejercicio desmesurado o la purga, tal
como lo haría una persona bulímica o anoréxica. La vergüenza puede provocar que
comas solo para ocultar tus atracones.
Por lo general, se produce una nueva ronda de atracones por lo
menos una vez a la semana. Puedes tener un peso normal, sobrepeso u obesidad.
Trastorno de rumiación
El trastorno de rumiación es la regurgitación repetida y
continua de los alimentos después de comer, pero que no se debe a una
enfermedad ni a otro trastorno de la alimentación, como anorexia, bulimia o
trastorno alimentario compulsivo. La comida vuelve a la boca sin náuseas ni
arcadas, y puede que la regurgitación no sea intencional. A veces, los
alimentos que se regurgitan se mastican nuevamente y se vuelven a tragar, o
bien se escupen.
El trastorno puede derivar en desnutrición, si los alimentos se
escupen o si la persona come mucho menos para evitar la conducta. El trastorno
de rumiación puede ser más frecuente en los niños pequeños o en las personas
que tienen una discapacidad intelectual.
Trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos
Este trastorno se caracteriza por no alcanzar los requerimientos
nutricionales diarios mínimos por la falta de interés en alimentarse; es decir,
evitas las comidas con determinadas características sensoriales, como el color,
la textura, el aroma o el sabor; o bien estás preocupado por las consecuencias
al comer, como el temor a atragantarse. No evitas alimentos por temor a
aumentar de peso.
El resultado del trastorno puede ser un adelgazamiento
significativo o la imposibilidad de aumentar de peso en la niñez, así como
deficiencias nutricionales que pueden acarrear problemas de salud.
Cuándo consultar al médico
Un trastorno de la alimentación puede ser algo difícil de
controlar o de superar solo. Los trastornos de la alimentación prácticamente
pueden tomar el control de tu vida. Si tienes alguno de estos problemas, o
crees tener un trastorno de la alimentación, busca ayuda médica.
Pedirle encarecidamente a un ser querido que busque tratamiento
Lamentablemente, muchas personas que sufren trastornos de la
alimentación pueden creer que no necesitan tratamiento. Si estás preocupado por
un ser querido, pídele encarecidamente que hable con un médico. Aunque tu ser
querido no esté listo para reconocer que tiene un problema con la comida, puedes
iniciar el camino expresando tu preocupación y tu deseo de escuchar.
Presta atención a los hábitos de alimentación y a las creencias
que pueden indicar conductas poco saludables, así como a la presión de grupo
que puede desencadenar los trastornos de la alimentación. Las señales de alerta
que pueden indicar la presencia de un trastorno de la alimentación incluyen las
siguientes:
Omitir comidas o poner excusas para no comer
Adoptar una dieta vegetariana demasiado restrictiva
Centrarse excesivamente en la alimentación saludable
Prepararse los alimentos, en lugar de comer lo que la familia
come
Alejarse de las actividades sociales normales
Preocuparse o quejarse continuamente por estar gordo y hablar
sobre cómo bajar de peso
Mirarse con frecuencia al espejo para ver los defectos que se
perciben
Comer reiteradamente grandes cantidades de dulces o de alimentos
con alto contenido de grasas
Tomar suplementos dietéticos, laxantes o productos herbarios
para bajar de peso
Ejercitarse en exceso
Tener callosidades en los nudillos por provocarse los vómitos
Tener problemas de pérdida del esmalte dental, un posible signo
de vómitos reiterados
Ir al baño durante las comidas
Durante una comida o refrigerio, comer una cantidad mucho mayor
de lo que se considera normal
Expresar depresión, enojo, vergüenza o culpa respecto de los
hábitos de alimentación
Comer a escondidas
Si te preocupa que tu hijo pueda tener un trastorno de la
alimentación, comunícate con su médico para hablar al respecto. Si es
necesario, puedes conseguir una derivación a un profesional de salud mental
capacitado con pericia en trastornos de la alimentación, o si tu seguro lo
permite, comunícate con un experto directamente.
1.1.3.1.- Anorexia nerviosa.
La anorexia nerviosa, a menudo simplemente denominada
«anorexia», es un trastorno de la alimentación potencialmente mortal que se
caracteriza por un peso corporal anormalmente bajo, un gran temor a aumentar de
peso y una percepción distorsionada del peso o de la figura corporal. Las
personas con anorexia hacen todo lo posible por controlar el peso y la figura
corporal, lo que frecuentemente afecta de manera importante la salud y las
actividades cotidianas.
Cuando tienes anorexia, limitas en exceso la ingesta de calorías
o usas otros métodos para bajar de peso; por ejemplo, te ejercitas de forma
desmesurada, toma laxante o suplementos dietéticos, o vomitas después de comer.
Los esfuerzos para bajar de peso, incluso cuando el peso corporal es bajo,
pueden causar problemas de salud graves al punto de morirse de hambre.
1.1.3.2.- Bulimia.
Bulimia nerviosa
La bulimia nerviosa, llamada frecuentemente «bulimia», es un
trastorno de la alimentación grave y potencialmente mortal. Cuando padeces
bulimia, tienes episodios de atracones y purgas que incluyen la sensación de
pérdida de control sobre tu alimentación. Muchas personas con bulimia también
restringen lo que comen durante el día, lo que suele causar más episodios de
atracones y purgas.
Durante estos episodios, es normal que consumas una gran
cantidad de alimentos en un tiempo corto, para luego intentar deshacerte de las
calorías extra de una manera poco saludable. Debido a la culpa, la vergüenza y
el temor intenso a aumentar de peso por comer en exceso, puedes provocarte
vómitos, puedes ejercitarte desmesuradamente o puedes usar otros métodos, como
los laxantes, para deshacerte de las calorías.
Si tienes bulimia, probablemente te preocupe tu peso y tu figura
corporal, y tal vez te juzgues con severidad y dureza por los defectos que son
producto de tu autopercepción. Puedes tener un peso normal o, incluso, un poco
de sobrepeso.
1.1.3.3.-
Obesidad.
Descripción general
La obesidad es una enfermedad compleja que consiste en tener una
cantidad excesiva de grasa corporal. La obesidad no es solo un problema
estético. Es un problema médico que aumenta el riesgo de enfermedades y
problemas de salud, como enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta
y determinados tipos de cáncer.
Hay muchas razones por las que algunas personas tienen
dificultad para perder peso. Por lo general, la obesidad es el resultado de
factores hereditarios, fisiológicos y entorno combinado con la dieta, la
actividad física y las opciones de ejercicio.
Lo bueno es que incluso una modesta pérdida de peso puede
mejorar o prevenir los problemas de salud relacionados con la obesidad. Una
dieta más saludable, un mayor nivel de actividad física y los cambios de
conducta pueden ayudarte a bajar de peso. Los medicamentos recetados y los
procedimientos para bajar de peso son opciones adicionales para tratar la
obesidad.
Cuándo debes consultar con un médico
Si estás preocupado por tu peso o por los problemas de salud
relacionados con el peso, pregúntale a tu médico sobre el control de la
obesidad. Con tu médico, podrán evaluar los riesgos para tu salud y analizar
tus opciones para bajar de peso.
Causas
Aunque existen influencias genéticas, conductuales, metabólicas
y hormonales en el peso corporal, la obesidad ocurre cuando se ingieren más
calorías de las que se queman con las actividades diarias normales y el
ejercicio. El cuerpo almacena ese exceso de calorías en forma de grasa.
En los Estados Unidos, la alimentación de la mayoría de las
personas es demasiado rica en calorías, a menudo procedentes de comida rápida y
bebidas altas en calorías. Las personas con obesidad podrían comer más calorías
antes de sentirse satisfechas, sentir hambre antes o comer más debido al estrés
o la ansiedad.
Muchas personas que viven en países occidentales ahora tienen
trabajos con muchas menos exigencias físicas, por lo que no suelen quemar
tantas calorías en el trabajo. Incluso las actividades cotidianas consumen
menos calorías, gracias a comodidades como los controles remotos, las escaleras
mecánicas, las compras en línea y los bancos con ventanilla para autos.
Factores de riesgo
La obesidad suele ser el resultado de una combinación de causas
y factores contribuyentes:
Herencia e influencias familiares
Los genes que heredas de tus padres pueden afectar la cantidad
de grasa corporal que almacenas y dónde se distribuye esa grasa. La genética
también puede jugar un papel importante en la eficiencia con la que tu cuerpo
convierte los alimentos en energía, en la forma en que tu cuerpo regula tu
apetito y en la forma en que tu cuerpo quema calorías durante el ejercicio.
La obesidad tiende a presentarse en toda la familia. Eso no es
solo por los genes que comparten. Los miembros de la familia también tienden a
compartir hábitos alimenticios y de actividad similares.
Opciones de estilo de vida
Dieta no saludable. Una dieta que contiene muchas calorías,
mucha comida rápida, bebidas altamente calóricas y porciones demasiado grandes,
pero pocas frutas y vegetales contribuye al aumento de peso.
Calorías líquidas. Las personas beben muchas calorías sin sentir
saciedad, especialmente las calorías provenientes del alcohol. Otras bebidas
altas en calorías, como los refrescos azucarados, pueden contribuir a un aumento
significativo de peso.
Inactividad. Si tienes un estilo de vida sedentario, es muy
fácil que todos los días ingieras más calorías de las que quemas cuando haces
ejercicio y realizas actividades cotidianas normales. Mirar las pantallas de
computadoras, tabletas y teléfonos es una actividad sedentaria. La cantidad de
horas que pasas frente a una pantalla está altamente asociada con el aumento de
peso.
Ciertas enfermedades y medicamentos
En algunas personas, la obesidad puede tener una causa médica,
como el síntoma de Prader-Willi, el síndrome de Cushing u otros trastornos. Los
problemas médicos, como la artritis, también pueden hacer disminuir la
actividad física, lo que puede provocar el aumento de peso.
Algunos medicamentos pueden provocar aumento de peso si no los
compensas con dieta o con actividad física. Entre estos medicamentos,
encontramos a algunos antidepresivos, medicamentos anticonvulsivos, medicinas
para la diabetes, medicaciones antipsicóticos, esteroides y betabloqueantes.
Problemas sociales y económicos.
Hay factores sociales y económicos relacionados con la obesidad.
Evitar la obesidad es difícil si no tienes áreas seguras para caminar o hacer
ejercicio. De manera similar, es posible que no te hayan enseñado formas
saludables de cocinar o quizá no tengas acceso a alimentos más saludables.
Además, las personas con las que pasas tiempo pueden influir en tu peso; es más
probable que desarrolles obesidad si tienes amigos o parientes obesos.
Edad
La obesidad puede ocurrir a cualquier edad, incluso, en niños
pequeños. Sin embargo, a medida que envejeces, los cambios hormonales y un
estilo de vida menos activo aumentan el riesgo de padecer obesidad. Asimismo,
la cantidad de músculo en el cuerpo tiende a disminuir con la edad.
Generalmente, la disminución de la masa muscular conduce a una disminución del
metabolismo. Estos cambios también reducen las calorías que necesitas, por lo
que pueden hacer que resulte más difícil evitar el exceso de peso. Si no
controlas de forma consciente lo que comes y no haces más actividad física a
medida que envejeces, es probable que aumentes de peso.
Otros factores
Embarazo. El aumento de peso es común durante el embarazo. Para
algunas mujeres, después del nacimiento del bebé, es difícil perder ese peso
que aumentaron. Ese aumento de peso puede contribuir al desarrollo de la
obesidad en las mujeres.
Dejar de fumar. Con frecuencia, dejar de fumar está asociado con
el aumento de peso. Para algunas personas, puede llevar a un aumento de peso
suficiente para calificar como obesidad. A menudo, esto sucede cuando la gente
usa los alimentos para hacer frente a la abstinencia del hábito de fumar. Sin
embargo, a largo plazo, dejar de fumar sigue siendo un beneficio mayor para la
salud que continuar fumando. El médico te puede ayudar a prevenir el aumento de
peso después de dejar de fumar.
Falta de sueño. No dormir lo suficiente o dormir demasiado puede
provocar cambios hormonales que aumentan el apetito. También es posible que
sientas ganas de comer alimentos con alto contenido de calorías e hidratos de
carbono, que pueden contribuir al aumento de peso.
Estrés. Muchos factores externos que afectan el estado de ánimo
y el bienestar pueden contribuir a la obesidad. Las personas a menudo buscan
más alimentos ricos en calorías cuando sufren situaciones estresantes.
Microbioma. Las bacterias intestinales se ven afectadas por lo
que comes y pueden contribuir al aumento de peso o a la dificultad para bajar
de peso.
Incluso si tienes uno o más de estos factores de riesgo, esto no
significa que estés destinado a desarrollar obesidad. Puedes contrarrestar la
mayoría de los factores de riesgo mediante dieta, actividad física y ejercicio,
así como a través de cambios de comportamiento.
Complicaciones
Es más probable que las personas con obesidad desarrollen
diversos problemas de salud potencialmente graves, tales como:
Enfermedad cardíaca y accidentes cerebrovasculares. La obesidad
aumenta las probabilidades de tener hipertensión arterial y niveles anormales
de colesterol, que son factores de riesgo para la enfermedad cardíaca y los
accidentes cerebrovasculares.
Diabetes tipo 2. La obesidad puede afectar la manera en que el
cuerpo usa la insulina para controlar los niveles de glucosa en la sangre. Esto
aumenta el riesgo de resistencia a la insulina y de diabetes.
Ciertos cánceres. La obesidad puede aumentar el riesgo de cáncer
uterino, cuello del útero, endometrio, ovarios, mama, colon, recto, esófago,
hígado, vesícula, páncreas, riñón y próstata.
Problemas digestivos. La obesidad aumenta la probabilidad de
desarrollar acidez estomacal, enfermedad de la vesícula biliar y problemas
hepáticos.
Apnea del sueño. Las personas con obesidad son más propensas a
tener apnea del sueño, un trastorno potencialmente grave en el que la
respiración se detiene y se reanuda de forma repetida durante el sueño.
Artrosis. La obesidad aumenta la presión ejercida sobre las
articulaciones con carga completa del peso corporal, además de facilitar la
inflamación dentro del cuerpo. Estos factores pueden ocasionar complicaciones
como la artrosis.
Síntomas graves de la COVID-19. La obesidad aumenta el riesgo de
desarrollar síntomas graves si te infectas con la enfermedad por coronavirus
2019 (COVID-19). Las personas que tienen casos graves de COVID-19 pueden
requerir tratamiento en unidades de cuidados intensivos o incluso asistencia
mecánica para respirar.
Calidad de vida
La obesidad puede disminuir la calidad de vida en general. Es
posible que no puedas hacer las actividades físicas de las que solías
disfrutar. Tal vez evites los lugares públicos. Las personas con obesidad
pueden incluso sufrir discriminación.
Otros problemas relacionados con el peso que pueden afectar tu
calidad de vida son los siguientes:
Depresión
Discapacidad
Vergüenza y culpa
Aislamiento social
Menor rendimiento en el trabajo
1.2.1.-Nutricion del
individuo sano.
¿Sabías que nutrición, no es precisamente lo mismo que
alimentación?
La nutrición se refiere a los nutrientes que componen los
alimentos, implica los procesos que suceden en tu cuerpo después de comer, es
decir la obtención, asimilación y digestión de los nutrimientos por el
organismo.
Mientras que la alimentación es la elección, preparación y
consumo de alimentos, lo cual tiene mucha relación con el entorno, las
tradiciones, la economía y el lugar en donde vives.
La alimentación saludable cumple con necesidades nutricionales
que necesita el cuerpo, para mantener una buena salud. Además, comer sano te
protege de sufrir enfermedades como obesidad, azúcar en la sangre y presión
alta.
Por el contrario, un alimento "no saludable" aporta
poco valor nutricional y tiene muchas calorías pues usualmente son ricos en
grasas y azúcares.
Comer sanamente significa hacerlo en porciones equilibradas,
tomando de los 3 grupos de alimentos, que son: los carbohidratos (azucares),
grasas y proteínas (leguminosas, carnes y lácteos).
En México contamos con el "Plato del Bien Comer" que
puede servirte de guía a la hora de preparar y elegir lo que comerás
diariamente.
Procura que tu alimentación y la de tus hijos sea:
Completa: incluye productos de todos los 3 grupos de alimentos,
al combinarlos te aportarán los nutrientes necesarios.
Equilibrada: toma cantidades apropiadas de alimentos, pero sin
excesos.
Suficiente: intenta que cubra las necesidades del organismo para
asegurar sus funciones vitales y permita mantener un peso corporal adecuado.
Variada: la combinación de diferentes alimentos te proporcionará
los aportes de vitaminas y minerales que tu organismo necesita.
Adecuada para cada individuo: adapta tu dieta a tus necesidades
(edad, sexo, actividad, historia clínica, constitución corporal, hábitos
alimentarios, época del año y gusto).
El Plato del Bien Comer:
Verde: Verduras y frutas. Por ejemplo: acelgas, verdolagas,
espinacas, brócoli, chayote, jitomate, hongos, zanahoria, pepino, lechuga;
frutas como guayaba, melón, mandarina, plátano, manzana, papaya, uvas; entre
otros.
Amarillo: Cereales y tubérculos. Como: maíz, trigo, avena,
cebada, amaranto, arroz, tortillas, pan integral, pastas; tubérculos como papa,
camote, yuca, etc.
Rojo: Leguminosas y alimentos de origen animal: frijol, haba,
lenteja, alubia, soya texturizada; alimentos de origen animal como leche,
queso, huevo, pescado, mariscos, pollo, carnes embutidos, etc.
Las porciones de alimentos que debemos comer cambian de persona
a persona. Sin embargo, para una idea general y más clara de cómo medir las
porciones, se recomienda:
Frutas y verduras: en fruta equivale al puño de tu mano, es
decir, 2 o 3 frutas al día; así como de 3 a 5 porciones de verdura (una porción
de verdura cruda es una taza y si está cocida es ½ taza).
Cereales: Para el arroz, cereal y pastas, una porción
corresponde a ½ taza medidora; para alimentos como pan de caja o tortilla es
una pieza; y ½ pieza para papa, bolillo o telera (pero sin el migajón). La
porción para galletas simples como las marías, habaneras o palitos de pan, es
de 5 piezas. Recuerda que en el desayuno y en la cena, no debes comer más de
dos porciones por día mientras que para la comida, son sólo cuatro porciones.
Alimentos de origen animal: Una porción equivale a la palma de
tu mano en filetes de pescado, pechugas de pollo aplanadas o bistecs. Si se
trata de pieza de pollo, es una pieza chica pero sin piel. Para las carnes
frías, se entiende por porción dos rebanadas delgadas de jamón o pechuga de
pavo. Para el huevo la porción es una pieza o dos claras. Para la leche y el
yogur una porción es igual a una taza.
Leguminosas: Una porción de leguminosas es ½ taza de frijoles,
garbanzos, lentejas, habas, entre otros. En cada ocasión, no debes consumir más
de una taza de un tipo de leguminosas.
Grasas: Las grasas recomendadas son las oleaginosas (semillas o
frutos de vegetales) como son: nueces, pistaches, almendras, cacahuates o
avellanas; inclúyelas como complemento para tus alimentos sin pasarte de un
puño. Recuerda evitar al máximo las grasas animales como crema, manteca o
mantequilla. Los aceites úsalos en pequeñas porciones para preparar o aderezar
tus alimentos.
Lo importante es realizar cambios en el estilo de vida, donde tu
familia participe con una alimentación que contenga verduras, frutas,
leguminosas y algún alimento de origen animal.
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